Vine a ver la final de la Champions League en Oporto.


Hola blog. Ya tiene que no platicamos, ¿cómo estás?

Hoy tengo algo demasiado grande que contarte. Tuve la oportunidad de venir a Oporto a ver la final de la Uefa Champions League 20/21. 

Si hace una semana me dices que hoy iba a estar en Oporto sinceramente me hubiera reído en tu cara. Fue un viaje de completo último minuto, organizado en tres días. Y te voy a contar como estuvo.

El Martes 24 de Mayo salieron los boletos, y yo decidí probar comprarlos (aunque siéndote completamente sincero no guardaba ni poquitas esperanzas, debido a la poca cantidad de boletos que s vendían) y me fui a un Starbucks con un amigo. Para no hacerte el cuento largo conseguimos boletos, boletos de 180 euros cada uno, ¡180 euros para la final de la Champions! Sinceramente no me lo podía creer, un precio de locos para la cita más grande del fútbol de clubes; y además extra, jugaba el Chelsea, mi equipo favorito (después del Cruz Azul)

Todo el Martes y el Jueves estuve organizando todo (el Miércoles no porque me fui a Port Aventura con mis amigos), con todo el estrés, no sabiendo si se iba a armar, porque mi amigo Gael, con el que había comprado los boletos tenía unos problemas con la visa. Terminamos sabiendo que si íbamos a ir el Jueves por la tarde, ya con boletos de avión y de hotel comprados. 

El Viernes salimos para el aeropuerto por ahí de las 11:15 am, y nuestro vuelo salió 2:15. Cuando nos alejábamos de Barcelona yo no podía creer que me estaba yendo a ver la final de la Champions, subiéndome a un avión después de cuatro meses que aterricé en España. 

Al llegar se comenzó a sentir el ambiente, era una final inglesa por lo que había solo aficionados ingleses, y vaya que se hacían sentir. Gritan y toman como locos, es un espectáculo verles, yo me sentí dentro de la película de Green Street Hooligans porque es completamente igual. Ya en el estadio, nos tocó (gracias a Dios) con más gente del Chelsea, y comencé a sentirme como uno de ellos. Canté el ¡Chelsea! ¡Chelsea! Hasta que me quedé sin voz, me aprendí algunos de sus cánticos, me hice amigo de los otros fans, e incluso celebré el gol con uno que me había mentado la madre antes porque creía que era del City. El partido fue una locura, fue un espectáculo. Sinceramente uno de los mejores días de mi vida y creo, que me gustó demasiado el ir a estadios, creo que es una de las cosas que más me gusta, pero que más más me gusta. Buscaré ahorrar y trabajar, para poder seguir asistiendo a este tipo de eventos.

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Una de las mejores cosas de este viaje han sido las personas que conocimos. Justo después del juego nos quedamos platicando con un cuate llamado Adam Bowden, que resulta que es amigo de Jay Álvarez, Kygo y muchas más celebridades, y además él un tremendo tipazo. Después del juego nos fuimos a cenar francesinhas con él. En la cena conocí a un portugués de Lisboa (no recuerdo su nombre)  e intercambié bufandas con él. Me dio una suya del Benfica y le di una mía del Chelsea. También conocí al mejor amigo de Reese James en la fila de un baño, al entrenador sub 15 del Boavista, que era nuestro Uber, vi a Pablo Zabaleta a cinco metros y nos hicimos muy amigos de una familia madrileña bien agradable. Ha sido algo increíble, la conexión que puedes lograr hacer con extraños. Por esto me encanta la frase de Yes Theory: “Un extraño es un amigo al quien todavía no conozco”.

Ganó el Chelsea, lo cual lo hizo mucho más increíble. Me comí un total de 4 Francesinhas (un plato típico de Oporto que es todo lo que me gusta: Sándwich de carne, jamón de pavo y salchicha con queso gratinado y un huevo estrellado encima, rodeado de una salsa picante) y se ha convertido en una de mis grandes comidas favoritas. Tomé cerveza y la Super Bock portuguesa se convirtió en mi favorita, y admiré los tejados naranjas con los que Oporto te recibe desde que vas en el avión.

Ha sido un viaje fascinante, y eso que no los había contado que vi por primera vez en mi vida a mi Cruz Azul campeón, viendo la final a las dos de la madrugada en el hotel. Lo lloré y me emocioné como no recuerdo haberme emocionado nunca, porque después de tantos años de espera (en mi caso todos los años que tengo) veo por primera vez a mi equipo campeón. 

Este viaje lo hice con mi amigo Gael, que sin duda fue un gran compañero. Gracias hermano por acompañarme y hacer de este viaje algo mucho mejor.

Le doy gracias a Dios y a mis padres permitirme esto, que no sé que hice para merecerlo. Sigamos buscando ser mejores cada día y ofrezcamos siempre las cosas con alegría.

Hasta pronto.

Rodolfo



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